La verdad es siempre más real

Digamos que todo es falso, digamos que sólo existe por un rato, digamos que es sólo nuestra imaginación. Entonces ¿por qué lo imaginamos?, para qué creemos en algo que es falso, si al final no termina en nada.

Así que tendríamos que empezar a desconfiar, nos veríamos envueltos en una constante desconfianza con nuestros sentidos, ya que a final de cuentas son ellos los que nos hacen pensar en algo.

Siguiendo con esta dinámica, diré que no solo todo es falso, también me detendré para decir que lo falso tiende a concretarse, en cambio lo verdadero es solo eso y se mantiene.

Osea, si digo que lo falso puede concretarse, estaríamos en la situación de que lo falso sería verdadero, de un modo concreto.

Lo que si ha que tratar de descubrir, es cómo poder diferenciar lo falso de lo verdadero, y lo concreto de lo volátil.

Entonces, en el plano de lo verdadero, cabe señalar que a veces lo verdadero no se cree concreto, no lo sentimos así, aunque efectivamente lo sea. Pero al ver o sentir algo falso, tendemos a creer más rápido y a palparlo concreto con mayor facilidad.

Se trata de que nosotros le damos mayor valor a lo falso, porque se nos hace más fácil creer que las cosas son mentira.